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Su relación con esta localidad browniana se erige como un testimonio de cómo un lugar puede moldear la vida y la obra de un hombre de pensamiento.
Cultura 30/06/2025Por Agustín Ochoa Ortega.
En el corazón del partido de Almirante Brown, en la apacible localidad de Adrogué, resuena la figura de José Luis Romero, un historiador argentino cuyo nombre se inscribe con letras doradas en la historia intelectual del país. Su relación con Adrogué trasciende la simple anécdota biográfica; se erige como un testimonio de cómo un lugar, con su atmósfera particular y su entramado social, puede moldear la vida y la obra de un hombre de pensamiento.
Adrogué: Un Refugio Inesperado
El idilio de Romero con Adrogué comenzó a gestarse durante su labor docente en el Instituto Americano, un precursor del Colegio Nacional. Desde su residencia en la bulliciosa Buenos Aires, el historiador buscaba en Adrogué un refugio veraniego para su familia, un remanso de paz lejos del ajetreo de la capital. Lo que inicialmente se vislumbraba como una simple elección vacacional pronto se transformó en un lazo profundo con esta encantadora localidad bonaerense, fundada por Don Esteban Adrogué.
Luz Romero, hija del historiador, evoca en el libro “Brown, una historia compartida” cómo José Luis Romero no solo trasladó su hogar familiar a una residencia en la Calle Cerreti, sino que también cultivó amistades significativas dentro de la comunidad. Destaca su relación con Eduardo Muñiz, quien posteriormente se desempeñaría como vicedirector del Instituto. Estas conexiones interpersonales, tejidas en el ambiente sereno de Adrogué, fueron fundamentales en la vida del historiador y en la configuración de su legado intelectual. Adrogué no fue solo un lugar de residencia, sino un catalizador de ideas, un espacio donde el pensamiento encontraba un terreno fértil para florecer.
Al establecerse en su casa de Adrogué, José Luis Romero materializó su visión al transformar un antiguo gallinero en su taller de carpintería. Allí, rodeado de herramientas y trabajando sobre un banco que él mismo había construido, daba rienda suelta a una afición que había cultivado durante su tiempo como profesor en el Mariano Moreno. Dedicó dos mañanas por semana a este trabajo manual, demostrando que la mente y las manos podían trabajar en perfecta armonía en la construcción de un legado perdurable. Su taller era un reflejo de su mente: ordenado, meticuloso y lleno de posibilidades.
Su hijo, Luis Alberto Romero, recuerda con cariño cómo su padre, ataviado con ropa de trabajo, manifestaba una palpable felicidad mientras entonaba tangos, folklore y arias de ópera durante estas sesiones de carpintería. La imagen del historiador, inmerso en la labor manual, cantando con entusiasmo, revela una faceta entrañable y poco conocida de su personalidad.
Este impulso por el trabajo físico no era una mera distracción, sino una parte integral de su ser. Se reflejaba también en su pasión por el boxeo, una actividad que había practicado en su juventud. Según cuenta Luz Romero, su padre dedicaba horas al cuidado del jardín para canalizar su energía, complementando así su vida intelectual con actividades que requerían esfuerzo físico. Esta dualidad entre intelecto y acción se convirtió en un sello distintivo de su carácter y su legado creativo, demostrando que la mente y el cuerpo pueden coexistir en perfecta armonía, nutriéndose mutuamente.
La nieta de José Luis, Mariana Horlent, comparte memorias entrañables de su abuelo, quien, tras adquirir un terreno en Pinamar, construyó allí una vivienda que también se llenó de sus obras. La dedicación que él mostraba en la carpintería resultaba en muebles hechos a mano, desde camas hasta mesas y mesitas de luz. Sus nietos disfrutaban de visitas en las que la rutina incluía girar en una silla giratoria en su estudio, experimentar con chocolates y luego disfrutar de la emblemática calesita. “Muchos de los muebles que estaban en esa casa de Pinamar, los hizo en su taller de Adrogué: camas; mesas; mesitas de luz. Me acuerdo una vez que nos recibió con muebles para muñecas. Había hecho un armarito y una cama. Cuando veníamos de visita teníamos una especie de rutina. Primero íbamos a su estudio y nos hacía girar en la silla giratoria, a la tarde nos llevaba al Viejo Trote. donde nos tomábamos una chocolatada y un pebete de jamón y queso, y después íbamos a la calesita”, relata Mariana Horlent, pintando un retrato vívido de un hombre que encontraba alegría en las pequeñas cosas y que transmitía ese gozo a sus seres queridos.
José Luis Romero: Una huella imborrable en el Colegio Nacional “Almirante Guillermo Brown”
La designación de José Luis Romero como profesor titular de la cátedra de Historia en el Colegio Nacional “Almirante Guillermo Brown” el 30 de marzo de 1932 marcó un hito en la historia de esta institución educativa. Tal como lo destaca el profesor Jaime Veas Oyarzo en su “Breve Historia del Colegio Nacional Almirante Guillermo Brown”, la llegada de Romero representó la incorporación de un joven erudito de renombre nacional e internacional.
Doctorado en Historia por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y con una formación ampliada en Estados Unidos y Europa, José Luis Romero se consagraría con el tiempo como uno de los más grandes humanistas argentinos del siglo XX. Más allá de su vasta producción académica, Romero fue, ante todo, un gran historiador y un ciudadano notable, cuya visión trascendió las aulas para influir en el pensamiento de toda una generación.
Su paso por el Colegio Nacional no solo se limitó a la enseñanza. A mediados de 1932, Romero participó activamente en un ciclo de conferencias organizado por el círculo de profesores, ofreciendo una disertación sobre "El ejemplo de lo gótico." Este evento, junto a las presentaciones de otros destacados docentes como el Ing. Ernesto Galloni y el Arqto. Mario Buschiazzo, evidenció el elevado nivel intelectual y el compromiso cultural que caracterizaban al profesorado de la institución.
La figura de José Luis Romero permaneció ligada al Colegio Nacional “Almirante Guillermo Brown” a lo largo de los años. En 1968, participó con entusiasmo en los festejos de un nuevo aniversario de la institución, compartiendo recuerdos y experiencias con colegas, ex alumnos y profesores, entre ellos Ernesto Galloni y Eduardo Muñiz.
La trayectoria de José Luis Romero en el Colegio Nacional “Almirante Guillermo Brown” es un testimonio de su dedicación a la enseñanza y su compromiso con la formación de jóvenes. Su legado perdura en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de ser sus alumnos y colegas, consolidándose como una figura esencial en la historia de esta prestigiosa institución.
Un Vecindario Compartido con Jorge Luis Borges
La vida de José Luis en el tranquilo barrio de Adrogué se entrelaza con un capítulo particularmente fascinante: su relación con el renombrado escritor Jorge Luis Borges. La proximidad de sus residencias, apenas una cuadra de distancia, facilitó una conexión que trascendió la mera vecindad, adentrándose en el ámbito de la amistad y el intercambio intelectual.
Según relata Luz Romero, hija de José Luis, Borges era un visitante frecuente de su hogar. Estas visitas, a menudo espontáneas, se producían en las cálidas noches de verano. Borges, con su erudición característica, compartía poesía en lengua anglosajona con Romero, reconocido estudioso de la Edad Media. Este intercambio de conocimientos y pasiones creaba un ambiente enriquecedor, donde la literatura y la historia se fundían en conversaciones estimulantes.
En palabras de Luz Romero: “Por las tardes leía o escribía; a veces al atardecer llegaba Borges a mi casa sin avisar y charlaba; en verano se juntaban en la galería; Borges le recitaba poesías en lengua anglosajona; mi papá era medievalista”. Estas memorias pintan un cuadro vívido de estos encuentros, donde dos figuras prominentes de la cultura argentina compartían momentos de camaradería y mutuo enriquecimiento.
Estos encuentros no solo representan anécdotas entrañables, sino que también testimonian la importancia de las conexiones personales en el desarrollo y la difusión del patrimonio cultural. La cercanía entre José Luis y Jorge Luis Borges en Adrogué permitió un fructífero intercambio de ideas que, sin duda, contribuyó al legado intelectual de Argentina.
El legado de un grande
La historia de José Luis Romero, un intelectual cuyo impacto resonó a nivel nacional, provincial y local, nos recuerda la importancia de honrar a aquellos que dedican su vida al conocimiento y la cultura. Su fallecimiento en Tokio, Japón, el 28 de febrero de 1977, marcó el fin de una era, pero su legado continúa vivo en Adrogué, la ciudad que tanto amó.
El cierre de su hogar en Adrogué tras su partida fue un momento agridulce para su familia. Luis Alberto, hijo de Romero, recuerda con nostalgia el vaciado del taller, ese espacio sagrado donde las ideas tomaban forma y la creatividad florecía. Un lugar repleto de horas de dedicación y un testimonio tangible de su pasión por el trabajo.
Más allá de la pérdida personal, el recuerdo de José Luis Romero se perpetúa a través de reconocimientos que celebran su invaluable contribución a la sociedad. La Escuela de Educación Secundaria N.º12 de Adrogué lleva orgullosamente su nombre, un homenaje a su compromiso con la educación y el desarrollo de las nuevas generaciones.
Además, en su antigua residencia, una placa conmemorativa sirve como recordatorio constante de su presencia y su influencia. Esa placa, erigida en medio de los jardines que fueron testigos de su ingenio, transforma el lugar en un pilar de su legado, un espacio donde su espíritu creativo sigue inspirando.
José Luis Romero dejó una huella imborrable en la historia intelectual argentina. Su trabajo, su dedicación y su amor por Adrogué lo convierten en un ejemplo a seguir y en un referente indispensable para entender la cultura y el pensamiento de su época. Su legado perdura, no solo en las instituciones que llevan su nombre y en los espacios que recuerdan su vida, sino también en la inspiración que continúa brindando a todos aquellos que valoran el conocimiento y la búsqueda constante de la verdad.
Fuentes de consulta: “Brown, una historia compartida”. Pigna, Felipe; Pacheco, Mariana; y Vázquez, Mariel. Sec. de Educación. Municipio de Almirante Brown. 2023;
“Breve historia del Colegio Nacional Almirante Guillermo Brown”. Veas Oyarzo, Jaime. Abánico Ediciones. 2021;
Obras Completas de José Luis Romero. Archivo Digital (https://jlromero.com.ar/ ).
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