La poeta y escritora tucumana ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes con un libro que incluye Malvinas, Borges en Nueva York, Yoko Ono y David Lynch, entre otros. Sobre la literatura y los cánones dice: “Si queremos mantener viva a la criatura, tendremos que aprender a respetar sus mutaciones”.
La escritora María Belén Aguirre ganó la polémica y singular convocatoria 2020 del premio del Fondo Nacional de las Artes con su libro de poemas “Siamesas”, una propuesta de “anarquía legislada” que se condensa en un poemario vertiginoso que muestra la mirada de las niñas unidas por la cabeza desde la resignificación de distintos textos de la literatura clásica y de la vida política argentina.
“Siamesas”, como lo señala su propia autora, explora muchas estéticas -difíciles en algunos casos de precisar- pero el art brut y el arte naíf, por ejemplo, coexisten con una lograda lucidez, manteniendo una armonía con las referencias al campo intelectual: poetas, escritores, libros, películas, pintores, personajes que aparecen como “una suerte de ósmosis cultural”, como le gusta llamarlo a la poeta nacida en Tucumán en 1977.
El poemario resultó ganador de esta atípica edición del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes, que por decisión de la encargada del área, la escritora Mariana Enriquez, unificó las cuatro categorías tradicionales en una única convocatoria para obras de ciencia ficción, fantástico y terror.
La narradora, guionista, poeta y gestora cultural trabaja constantemente con referencias a su escritura -una especie de obsesión de su poética- y no solo reflexiona sobre su propia obra, sino sobre “el fenómeno fascinante del lenguaje, porque “el lenguaje es un dios que nunca duerme”, dice la escritora galardonada.
-Télam: ¿Cómo decidiste participar del concurso del Fondo Nacional de las Artes?
-María Belén Aguirre: Me enteré del concurso a través del editor de mi obra completa: Lucas Gómez Cano. Él, que además es un gran amigo, me dijo con una fe ciega: “Presentate, María Belén. Vas a ganar”. Yo dudé al principio. No entendía las bases. Pensé que cada género sería evaluado en su particularidad, compitiendo con sus pares. Ensayo con ensayo, poesía con poesía, etc. Esa confusión me demoró en pensar y pensar. Exactamente diez días antes del cierre del concurso, me decidí. Pero no se lo dije a nadie. Por esos días, se me ocurrió la idea de dos hermanas siamesas unidas por la cabeza. Y me dije: la deformidad y la discapacidad espantan a la gente. También pensé en que yo necesitaba dar cuenta, desde la subjetividad de dos discapacitadas condenadas a estar postradas en un camastro, del lado de adentro del terror. Un terror que siempre es ajeno.
“La literatura es una bestia, una criatura mutante, en constante metamorfosis”.
MARÍA BELÉN AGUIRRE
-T.: ¿Por eso trabajaste el género terror?
-MBA.: En mi humilde y completamente desestimable parecer, la literatura es una bestia, una criatura mutante, en constante metamorfosis. Ya los géneros se han hibridado hace mucho. Uno debiera hablar solamente de literatura. Y dejar que el lector catalogue. O respetar al autor en su sentir. Sin ir más lejos yo siento a las “Siamesas” como una nouvelle en verso (de mis casi treinta libros, casi todos son nouvelles versificadas).
En “Siamesas” hay momentos que ensayan exploraciones sobre arte contemporáneo; hay referencias puntuales a Narcisa Hirsch, a la Yoko Ono del Sogetsu Art Center de Tokio, a Diane Arbus (la fotógrafa de los fenómenos de enanismo, gigantismo, acromegalia y en el extremo de la sorpresa un retrato de Borges en el Central Park de Nueva York); o el cine de David Lynch, Werner Herzog, Bebe Kamin, etc. O al arte renacentista, y mi devoción demencial por El Bosco. O Picasso en su período cubista. No sé… ya no recuerdo.